Este era un cuento que nunca acababa y seguía
y seguía. A veces se veía a sí mismo y veía su interminable longitud y de decía
¡Qué largo me estoy haciendo a cada palabra, a cada letra! Y es que desde que
era pequeño, tan solo un cuentito de apenas tres líneas, ya estaba escrito que sería larguísimo
y así siguió y siguió. Lo que le molestaba mucho era que su crecimiento era
espaciado, pues era cortado por su autor original para poder ser seguido por
sus autores subsecuentes.
Continuará…
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